21 sept 2025

CANFRANC CONTRA NAPOLEÓN: "ANTES MORIR QUE REBLAR" POR MAYAYO

 

CANFRANC CONTRA NAPOLEÓN:

 "ANTES MORIR QUE REBLAR" POR MAYAYO


Cuando hoy atravesamos el túnel del Somport o recorremos el Camino de Santiago que baja hacia Canfranc Estación, lo hacemos casi sin pensar. Unos van a esquiar a Candanchú, otros a caminar por el valle, algunos a perderse por el tren internacional que nunca cumplió del todo su promesa. Pero hace poco más de dos siglos, estas mismas laderas y sendas fueron frontera de pólvora y sangre.

Podcast: Canfranc contra Napoleón: "Antes morir que reblar" 

 
Al nacer el año de 1808, las águilas francesas son dueñas y señoras de la Europa continental: Su vuelo triunfal suma ya siete años, con victorias increíbles en Marengo (1800), Austerlitz (1805) Jena (1806) y Friedland (1807). Mientras rige los destinos del mundo en París, el emperador de los franceses no puede ni concebir que ese mismo año el Imperio será humillado por primera vez: Y es que la misma Francia será invadida por un puñado de pastores y guerrilleros llegados desde Canfranc.  


 

Todo empezó en Trafalgar. 

Nuestra historia de hoy comenzó muy lejos del Pirineo, en el mar embravecido de Trafalgar (1805). Allí, la flota combinada de España y Francia cayó bajo los cañones de la Royal Navy de Nelson. Fue un golpe del que Napoleón no se recuperó en el mar, pero que lo llevó a buscar la guerra en tierra. Un año después, el corso lanzó su Bloqueo Continental (1806): Prohibió el comercio con Inglaterra en toda Europa, antes lo que Portugal, aliado histórico de los británicos, se negó. Napoleón, entonces, tiró a su vez su aliado español.  


 El funesto Tratado de Fontainebleau (1807) permitió a las tropas francesas atravesar la península rumbo a Lisboa. Pero lo que parecía una alianza, era en realidad un caballo de Troya y pronto el ejército  francés ocupó las plazas clave por toda España. De esta forma, en 1808, tras las Abdicaciones de Bayona, José Bonaparte, hermano mayor del Emperador, se sentó en el trono español. 

Aquella traición encendió la chispa del 2 de mayo en Madrid cuando el pueblo llano, arropado por un puñado de soldados liderados por Daoiz y Velarde, salió a la calle contra el invasor. Fue masacrado sin contemplaciones por Murat y sus Mamelucos, de la Puerta del Sol al parque del Retiro. Sin embargo, la historia de esa masacre reflejada en el Bando de los Alcaldes de Móstoles prendió ese mismo día un incendio que corrió como la pólvora por toda la península: “Es notorio que los franceses apostados en las cercanías de Madrid, y dentro de la Corte, han tomado la ofensa sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a estas horas mucha sangre. Somos españoles y es necesario que muramos por el rey y por la patria….”

LA DEFENSA DE CANFRANC 1808-1814

En Aragón, el fuego no tardó en prender. Tan pronto como el 15 de Junio Zaragoza se atrincheró en un  primer Sitio cuya defensa culminaría con la retirada de los franceses el 14 de agosto de 1808. Al día siguiente en Canfranc, los montañeses se dispusieron a cerrar el paso del Somport a los refuerzos franceses con uñas, dientes y trabucos.


Canfranc, llave de Aragón: El puerto de Somport no es un paso cualquiera. Desde tiempos romanos, ha sido ruta comercial y camino de peregrinos hacia Santiago. Pero en 1808, lo que interesaba no eran las indulgencias, sino los cañones. Quien dominara Somport controlaba una puerta directa hacia Jaca y el valle del Ebro. Por eso, José de Palafox, capitán general de Aragón, confió la defensa a un hombre singular: Fernando García Marín, notario de Jaca con alma de soldado.


Pese a lo aparentemente suicida de la misión, Marín logró reunir casi mil hombres: 700 de la Compañía de Voluntarios de Jaca, que pronto sería conocida como el Primer Tercio de Jaca, más el Primer Batallón de Voluntarios de Huesca. Junto a ellos no faltaron vecinos armados del valle, curtidos por la montaña y el contrabando, quienes sabían moverse por los pinares mejor que cualquier soldado regular.
 

La misión era clara: aguantar el paso. Lo que nadie imaginaba era que, en el intento, los aragoneses iban a lograr una gesta que aún hoy asombra a los historiadores, invadiendo la Francia imperial. Y es que aquel verano de 1808 llegó caliente en todos los frentes. En Somport, los franceses decidieron celebrar el cumpleaños de Napoleón con pólvora lanzando el 15 de agosto una ofensiva con más de 400 hombres, convencidos de barrer la resistencia aragonesa en la montaña, como primer paso para volver a invadir el llano. 

Ignoraban es que en el valle ya funcionaba una red de espionaje rural, tejida entre pastores de Canfranc y Urdós. Gracias a ellos, los defensores sabían cada movimiento enemigo. La emboscada se preparó en las ruinas del Hospital de Santa Cristina, donde durante siglos habían descansado los peregrinos del Camino de Santiago. Allí, en vez de consuelo, los franceses encontraron fuego cruzado. Un audaz flanqueo por las laderas del Tobazo cayó a continuación sobre la retaguardia gala. El ataque fue tan inesperado que los franceses huyeron al estilo del malhadado Rolando en Roncesvalles, dejando tras de sí muertos, heridos y pertrechos. 

Esta vez los jacetanos  no se conformaron con resistir: Encendidos de rabia y orgullo cruzaron la muga y arrasaron las fábricas de Les Forges d’Abel, capturando mercancías y ganado valorado en 300.000 reales. Era un botín colosal. Tanto, que cuando volvieron a Jaca con vacas, caballos y sacos de mercancías, las campanas repicaron como en día de fiesta. Fue la única victoria española en suelo francés en toda la Guerra de la Independencia. Sí, leyó usted bien. Los primeros que entraron en Francia para vencer a Napoleón no fueron los británicos de Wellington ni los prusianos de Blucher, sino los montañeses de Canfranc al mando del notario de Jaca. Los defensores de Canfranc habían resistido, contraatacado y probado que podían doblegar a un ejército que en el resto de Europa parecía invencible.
 

EL CONTRAATAQUE FRANCÉS. 


Napoleón no era hombre de olvidar afrentas. A finales de 1808 envió a uno de sus generales más competentes: Louis Gabriel Suchet. Bajo su mando, las tropas imperiales lograron atravesar Somport y consolidar posiciones en el valle. El coronel Léonard Morin, en sus Memorias del 5º Regimiento (1812-13), dejó escrito el asombro que le causó la resistencia de la población de Canfranc. Y es que la resistencia montañera no fue solo cosa de soldados, sino que replicando lo vivido el Dos de Mayo en Madrid, todo el pueblo se unió a la lucha; La guerrilla aragonesa, apoyada en figuras como Espoz y Mina desde Navarra o las partidas de la Jacetania, jugó un papel decisivo. 

Los pastores del valle se movían entre ambas vertientes como si fueran parte del paisaje. Su información permitió adelantarse a muchas ofensivas. Tambien las mujeres del valle, inspiradas por el cañonazo salvador de Agustina de Aragón en Zaragoza ese 2 de Julio, actuaban como enfermeras, abastecedoras y combatientes. Sin su apoyo, la resistencia habría sido imposible.
 

LAS AGUILAS IMPERIALES, HUMILLADAS.

 
La guerra en Jacetania se alargó hasta 1814.
Tras años de desgaste, guerrillas y batallas, las tropas napoleónicas terminaron por retirarse. En Aragón, la caída de la Ciudadela de Jaca, recuperada por el general Espoz y Mina, marcó un punto de inflexión. Y entonces, como un símbolo del destino, los franceses eligieron el mismo paso de Somport para huir por donde habían entrado. El águila imperial, que en 1808 se había precipitado sobre el sur del Pirineo buscando atraparlo entre sus garras, hubo de emprender el vuelo de regreso en 1814, herida y derrotada.

___________________________________________________________

 

MONTAÑAS CON MEMORIA. 


Hoy cuando subimos al Somport, es fácil dejarse llevar por la belleza del paisaje y olvidar lo que allí ocurrió. Pero basta detenerse en las piedras del Hospital de Santa Cristina, mirar los pinares del Tobazo o recorrer el Camino de Santiago que baja a Canfranc para sentir que esas montañas guardan memoria viva de aquel puñado de insensatos.
 

La defensa de Canfranc durante la Guerra de la Independencia es un episodio poco conocido, pero fundamental. Nos recuerda que la historia no siempre se escribe en los grandes campos de batalla, sino también en los valles olvidados. Los jacetanos no solo defendieron su valle, sino que probaron que incluso el ejército más poderoso de Europa podía tropezar en estas montañas. Y que Aragón, tierra de fueros, cabezonería y dignidad, no se doblegaba ante nadie. 


Los franceses no olvidaron la lección: Apenas restablecidos de las guerras napoleónicas, el Rey Luis Felipe I ordenó en 1842 construir una gran fortificación que guardara su frontera de otra temeraria invasión española por el Puerto de Somport. Aquel impresionante Fuerte del Portalet francés no fue terminado hasta 1870.  

Si entras en Francia por esta vía en pleno siglo XXI, no dejes de parar un segundo bajo sus impresionantes muros, hoy abiertos al visitante y dedicar un momento a la memoria de aquellos locos que trabuco en mano decidieron invadir al Imperio  más fuerte del Mundo, desde Canfranc.


“Antes morir que reblar” 

Fuerte del Portalet (2025) Foto Mayayo

 


No hay comentarios:

Temas afines:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...