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31 mar 2015

MACHADO. Ayer, hoy, siempre: "Madrid lucha sin odio...por eso puede sonreír y merece vencer" (A.Machado. 9FEB 1937)


Hace unos días se publicaba la noticia de la recuperación de un artículo perdido de Antonio Machado. Se trataba de un breve texto titulado "Madrid" que el poeta publicara en plena guerra civil en el diario El Sol cuya portada con el mismo reproducimos abajo, desde la hemeroteca de la agencia Febus. 

En estos tiempos de crisis, desahucios, corrupción y crispación feroz que encienden el odio en muchas miradas, quizá este mensaje resuena con más fuerza que nunca 78 años despues, para aplicarnos el cuento, sea cual sea nuestra causa: En el deporte como en la política. 




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"MADRID", POR ANTONIO MACHADO. 
(El Sol - 9 Febrero 1937) 

Tres meses de asedio, bajo el hierro y el fuego, viene resistiendo Madrid, y todavía tiene, según me dicen, la sonrisa en los labios. Yo no lo dudo. Porque Madrid es la sonrisa de España y la flor inmarcesible de esa misma sonrisa. La gracia madrileña, que tanto han enturbiado y desmedido sus malos comediógrafos y que tan finamente han captado los buenos, es eso, precisamente eso: una sonrisa a pesar de todo, no exenta nunca de ironía.

 En la vida cotidiana, más dura, más incierta, más amarga y más laboriosa que en ninguna otra de nuestras ciudades, Madrid, centro y capital de España, rompeolas de sus varias regiones, crisol también de todas ellas, Madrid, tantas veces tachado de frívolo, aprendió a sonreír a pesar de todo, quiero decir con plena conciencia de los motivos del llanto, que Madrid llegue a la plena tragedia y al sacrificio heroico sin perder la sonrisa es algo muy digno de admiración, pero no de extrañeza. A los que no podemos acudir al frente de combate por viejos o por enfermos o por falta de ánimo, no nos incumbe la misión de reforzar la moral de los combatientes. 

Son los combatientes quienes están reforzando la nuestra, al poner al tablero la moneda única que se juega en estos lances. Es esto lo que no debemos olvidar cuantos escribimos sobre la guerra. Item más: por respeto a los que luchan, para contribuir en la medida de nuestras fuerzas al éxito final de nuestra causa, hemos de evitar o corregir lo que sería el más grave pecado de la retaguardia: el de pensar que incrementando el odio a nuestros adversarios aumentaríamos el valor polémico, la eficacia guerrera de los luchadores. 

Esto sería un error psicológico y un yerro moral. Como supremo resorte de combate, el amor a una causa es mucho más fuerte que el odio a los adversarios a ella. He aquí la gran lección que el frente de combate dicta a la retaguardia. Es la lección de Madrid, que todos debemos aprender. Y si preguntáis: ¿Es que esos hombres heroicos, que a tan crueles enemigos combaten, no dudan de la victoria? Yo no vacilaría en contestaros: Lo propio del heroísmo no es la seguridad del triunfo, sino la ferviente aspiración a merecerlo.

Madrid lucha hoy por defender a toda España, como tantas veces y con tanta razón se ha dicho; a toda España, sin excluir a la España de sus adversarios. Porque Madrid sabe muy bien que no todos sus enemigos son teutones y bereberes, que hay muchos españoles entre ellos, cuyos hijos sólo podrán salvarse con la derrota de sus padres. Madrid lucha sin odio -ésta es su mayor grandeza y el secreto de su energía milagrosa-; por eso puede sonreír y merece vencer.



Si quieres saber más de Antonio Machado, aquí un resumen de su figura que publicamos con motivo del 70º aniversario de su muerte en 2009,. que quisimos celebrar corriendo el maratón de esa Sevilla donde se crió. 
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"MADRID", HISTORIA DE UNA RECUPERACIÓN

Sirva este texto recuperado para ayudarnos a ser conscientes del enorme patrimonio histórico y artístico del que gozamos y que muy a menudo no sabemos proteger como debiéramos, por exceso tanto como por defecto. Patrimonio que incluye desde las variadas y ricas lenguas propias de España, a nuestros paisajes, tradiciones y monumentos.



La historia de la recuperación de este artículo la vimos por primera vez en Periodisticos del 20 de Marzo y fue luego recogida, con una magnífica lectura radiada del mismo el 27 de Marzo a través de la SER, Estamos también ante un bonito ejemplo de como la pasión  por nuestra historia puede ayudar a mejorar nuestro futuro. Porque, como dice la vieja cita atribuida a Cicerón: "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla"
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Info redactada por Mayayo Oxígeno para Blog personal Mayayo

30 oct 2010

En memoria de Miguel Hernández. (30OCT-1910/28OCT-1942) Luz de tierra.

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Miguel Hernández. 
Orihuela. 30 Octubre 1910 - Alicante 28 Marzo 1.942

Miguel Hernández en la Sierra de Orihuela. 1934. 



Las Dos Españas. Que tópico tan triste, y aún presente. Quizá pocas vidas reflejen mejor que la de  Miguel todo lo mejor y lo peor que los españoles hemos creado-destruido con esa querencia cainita, que sigue viva y rozagante hasta nuestros días, ya en pleno siglo XXI.

Lo mejor: Un quinceañero ha de dejar su bachillerato, becado por los jesuitas, por orden paterna para atender al rebaño de cabras familiar. A fuerza de talento, voluntad y algunos amigos generosos (Aleixandre, Neruda, Cossío...) aquel mocete cabrero cuaja apenas unos años despues en uno de las más espléndidos poetas españoles de la historia. Quizá desde Jorge Manrique nadie supo llorar una pérdida como él con apenas 25 años llora en su "Elegía a Ramón Sijé"

Poema Elegía A Ramón Sijé de Miguel Hernandez
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como el rayo, Ramón Sijé,
a quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo voy
de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


Lo peor: En su mejor momento como marido y poeta, estalla una guerra entre hermanos. Si el bando "nacional" le mata a su admirado Lorca ;  los milicianos comunistas matan al padre de su novia, Josefina Manresa. (*Manuel Manresa era guardia civil leal a la República)

Tristemente, la administración republicana no abonará la pensión a la familia que el guardia atendía, que queda sin ingresos durante la guerra. Morirá así el hijo mayor de Miguel, por la miseria del bando republicano. Mientras, el poeta -espoleado por el asesinato de su admirado Lorca- lucha en el frente por esa misma república, en defensa de sus ideales. Pese a la ayuda de algunos abnegados amigos acabará preso. Condenado primero al paredón, es luego conmutado por pena de 30 años que nunca cumplirá pues sucumbirá apenas tres años despues al tifus y la tuberculosis. Muerto sí, olvidado nunca. (Aquí detalle de su biografía)

Sin el enorme trabajo de sus amigos por recuperar y abrillantar su memoria durante los años oscuros, hoy no ocuparía el lugar que merece. Por su poesía, por su compromiso. Con razón o sin ella en sus ideas, hoy nos quedan sus versos. Tantos de ellos, frescos como el primer día. 

Vientos del pueblo me llevan, 

vientos del pueblo me arrastran, 
me esparcen el corazón 
y me aventan la garganta.


Los bueyes doblan la frente, 

impotentemente mansa, 
delante de los castigos: 
los leones la levantan 
y al mismo tiempo castigan 
con su clamorosa zarpa.


No soy un de pueblo de bueyes, 

que soy de un pueblo que embargan 
yacimientos de leones, 
desfiladeros de águilas 
y cordilleras de toros 
con el orgullo en el asta. 
Nunca medraron los bueyes 
en los páramos de España.


¿Quién habló de echar un yugo 

sobre el cuello de esta raza? 
¿Quién ha puesto al huracán 
jamás ni yugos ni trabas, 
ni quién al rayo detuvo 
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza, 


vascos de piedra blindada, 
valencianos de alegría 
y castellanos de alma, 
labrados como la tierra 
y airosos como las alas; 
andaluces de relámpagos, 
nacidos entre guitarras 
y forjados en los yunques 
torrenciales de las lágrimas; 
extremeños de centeno, 
gallegos de lluvia y calma, 
catalanes de firmeza, 
aragoneses de casta, 
murcianos de dinamita 
frutalmente propagada, 
leoneses, navarros, dueños 
del hambre, el sudor y el hacha, 
reyes de la minería, 
señores de la labranza, 
hombres que entre las raíces, 
como raíces gallardas, 
vais de la vida a la muerte, 
vais de la nada a la nada: 
yugos os quieren poner 
gentes de la hierba mala, 
yugos que habéis de dejar 
rotos sobre sus espaldas.


Crepúsculo de los bueyes 

está despuntando el alba.


Los bueyes mueren vestidos 

de humildad y olor de cuadra; 
las águilas, los leones 
y los toros de arrogancia, 
y detrás de ellos, el cielo 
ni se enturbia ni se acaba. 
La agonía de los bueyes 
tiene pequeña la cara, 
la del animal varón 
toda la creación agranda.


Si me muero, que me muera 

con la cabeza muy alta. 
Muerto y veinte veces muerto, 
la boca contra la grama, 
tendré apretados los dientes 
y decidida la barba.


Cantando espero a la muerte, 

que hay ruiseñores que cantan 
encima de los fusiles 
y en medio de las batallas.



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