ESQUI DE FONDO CAPCIR 22K EN FONT ROMEU, POR MAYAYO

 

 ESQUI DE FONDO CAPCIR 22K EN FONT ROMEU

 POR MAYAYO

 

Capcir es uno de esos territorios que parecen creados a propósito para el esquí de fondo: un altiplano amplio, luminoso y frío, encajado entre bosques de pino negro y lagos helados, donde el invierno se instala con constancia y sin prisas. Llegar hasta aquí forma parte del viaje. Desde España, lo más habitual es cruzar la Cerdanya por Puigcerdà y continuar hacia Font-Romeu, puerta natural al Capcir. Desde Barcelona son unas tres horas largas de coche, algo menos desde Girona. También se puede llegar desde Toulouse, aunque el último tramo siempre exige curvas, paciencia y ganas de montaña. En días de nevada, las cadenas no son una opción sino un ritual de iniciación.

Una vez arriba, el esquiador de fondo descubre que el Capcir no es una sola estación, sino un pequeño universo nórdico interconectado. El corazón histórico late en La Llagonne, cuna del esquí nórdico catalán francés, donde se despliega una red de pistas que serpentean entre bosque y claros abiertos, ideales tanto para clásico como para skating. Muy cerca, Les Angles ofrece circuitos más soleados y panorámicos, con vistas amplias sobre el lago de Matemale y perfiles suaves que permiten disfrutar sin obsesión por el cronómetro. Font-Romeu completa el triángulo con pistas más altas, rápidas y expuestas, donde el viento pule la nieve y el fondo se vuelve firme, casi competitivo.

Lo mejor del Capcir para el fondista no es solo la cantidad de kilómetros trazados, sino su variedad y coherencia. Aquí se puede entrenar fuerte por la mañana en bucles exigentes y terminar el día deslizándose sin esfuerzo por valles abiertos, con el sol bajo tiñendo de rosa los Pirineos. La altitud, en torno a los 1.700–2.000 metros, garantiza una nieve fría y duradera, mientras que la orografía amable permite mantener un gesto fluido durante horas, algo que el cuerpo agradece y la cabeza celebra.

 

Hay además un encanto difícil de cuantificar en mapas o perfiles. 

El Capcir conserva un ritmo rural, auténtico, donde el esquí de fondo no es un producto turístico sino una forma natural de habitar el invierno. Refugios pequeños, pueblos compactos, silencio real. Aquí el fondista no se siente cliente, sino parte del paisaje. Quizá por eso quien viene una vez, casi siempre vuelve. Porque en el Capcir el esquí de fondo no se consume: se vive, se respira y se desliza, kilómetro a kilómetro, como debe ser.

MAPA Y TRACK GPX, POR MAYAYO. 

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