Ana sonríe bajo la pancarta. Han sido 27 horas por las sendas mas agrestes y apartadas del gran macizo alpino. Es tambien el final de mi particular
. Hoy quería retratar lo que han sido esas última huellas tras los Duques de Saboya, tercera y ácida guinda de este pastel alpino, cocinado a fuego lento.
La vieja fortaleza domina los altos de Bourg Saint Maurice, colgada a dos mil metros. Desde sus muros, contempla la penosa ascensión, metro a metro, del batallón de ultreros en TDS. Llevamos ya 56km de carrera y estamos remontando casi 1.200 metros verticales en los cinco kilómetros que enlazan el valle con las almenas que lo guardan desde lo alto.
Desgaste acumulado, feroz desnivel y los casi 40º al sol que chupamos sin sombra se combinan para ir derribando corazones, uno tras otro. Por momentos, es dantesco ver corredores caídos, refugiados a la sombra de cualquier arbusto. Buscamos un mínimo momento de respiro. Muchos abandonan. No pueden más, se dan la vuelta para bajar tristes al valle.
Esta mañana a las seis, salimos 1.800 dorsales a por los 120km de TDS avisados sobre la ola de calor que nos esperaba. Y qué cierto es: Pese a varios equipos de emergencia de la organización, con hidratación extra para tratar de frenar la escabechina, serán casi 400 quienes se rinden en este tramo, vacíos tras esta batalla bajo los cañones de La Platte.
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Durante este calvario, recuerdo una y mil veces aquella primera "Partenza" hace nueve años corriendo hacia Suiza desde Courmayeur. Salí con los ojos húmedos de emoción tras el canto del Fratelli de Italia: Ante mí entonces, los cien kilómetros de la CCC08 y toda la inexperiencia del mundo en mi mochila. Qué distinta fue mi salida de hoy: Autobús de corredores en Chamonix a las 4.15, traslado a Courmayeur. Preparativos tranquilo, sin prisas, metido en resolver los 1.001 detalles prácticos de toda ultra.
Al fin, a las seis de la mañana arrancamos. Los primeros kilómetros remontaremos casi dos mil metros del tirón, siempre con grandes vistas sobre las caras norte del Mont Blanc y sus hermanos. Es monento de charlar tranquilo con el argentino Adrián, el mallorquín Manuel o Marce, veterano del Tor des Geants. Y es que aquí, novatos en esto de los ultras, ya no hay. Del filtrado previo se ocupan los 7 puntos que exige la organización.
Aún así, no deja de chocarme el fuerte ritmo de salida de todo el pelotón. Puede que me esté pasando factura la edad, tan cerca de los cincuenta ya. Quizá me pesa no haber dormido apenas en las dos ultimas noches, o será el llevar las piernas como piedras por no ver al fisio en las últimas semanas. En fin, sea lo que sea paso el primer control en el puesto 752 de los 1.794 que arrancamos hoy. Así nos retrata Manuel a los dos en ese primer control de Maison Vieullux.
Curiosamente, las duras rampas hasta los 2.584m del Col Chavanne me sirven para disfrutar de unas espectaculares vistas del macizo alpino...y ganar más de 40 puestos en el pelotón. Estos rampones duelen, sí, pero coronar el Col y volver la vista atrás es un lujo. Un miembro del Soccorso di Montagna italiano que allí nos guarda me ve tan pasmado que se ofrece a hacerme una foto. ¡Grazzie mille!
Seguimos tras las huellas de los Duques de Saboya. Un estado independiente que naciera allá por 1416 entre las montañas de Francia e Italia y tras una agitada existencia fue desmembrado de forma definitiva en 1860. La vieja capital, Chambéry, se halla en el actual departamento francés de Saboya. Se extendió tambien por Alta Saboya en Francia, Chamonix y las zonas italianas del Valle de Aosta, Courmayeur e inlcuso del Piamonte llegando a controlar e algún momento de su historia ciudades como Niza o Turín.
Tras la Revolución Francesa, el Ducado fue ocupado por la joven República y en 1860 la región histórica de Saboya fue "cedida" al Segundo Imperio Francés de Napoleón III quien la troceó en los actuales departamentos de Saboya , Alta Saboya y Alpes Marítimos. Mientras, la vertiente transalpina sigue bajo la bandera verde, roja y blanca. Aun hoy se ven pintadas esporádicas en la zona reclamando la vuelta al histórico Duché de Savoie/ Ducato di Savoia.
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Col Chavanne a 2.564m. Al fondo el Mont Blanc. Por delante, largo descenso al Col PetirtSaint Bernard. |
En estas voy pensando mientras afronto el largo, largo descenso por pista tumbada camino del Col Petit Saint Bernard. Son casi 15km "de regalo" para rodar fácil bajando, pero en apenas dos veo que llevo las piernas tan cargadas de las semanas previas que se me montan los músculos. ¡Bobo! Ahora pagas no encontrar tiempo para el fisio antes de correr.
En fin, voy alternando correr/caminar como se puede, aunque esta torpeza me cuesta perder bastante tiempo. Como referencia, aquí me pasan casi 50 compañeros, corriendo con piernas más frescas hasta el Col. Bien por ellos, más espabilados en preparar la carrera de lo que yo estuve.
Lo mejor en este tramo, encontrarme con Quim Farrero y Ana Memphis. Han venido siguiendo la carrera para ir retratando a todo el pelotón, élites y populares. Y ahí ando yo, en el puesto 738 retratado por la cámara del primero entre los últimos herbazales previos a coronar los 2.188 metros del Pequeño San Bernardo.
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Parada breve en el avitu del Col, que lo peor aun espera. Segunda bajada tumbada, ahora a pleno sol hasta Bourg Saint Maurice. Las fuerza van más justas, o hay mucho respeto al subidón tras el burgo, porque aunque en este tramo se reproducen mis problemas de cuadríceps, no pierdo puesto alguno. Es más, llego al final de la bajada y entro en el control del kilómetro 56 tras 8h27min. Los líderes de carrera Pau Capell, Yeray Durán y Jessed Hernández pasaron por aquí en 4h53m. ¡No somos nadie!
Y aun vamos a ser menos, porque la metralla de sol que arrasa la ascensión al Fort de la Platte y el penoso avanzar despues hasta el Comtet de Roselend hacen que complete los primeros 66km de carrera en 13h27. Nada menos que cinco horazas para recorrer quince kilómetros, incluido el precioso Col de Forclaz y los primeros tramos técnicos con cuerdas fijas de la carrera.
Luego, vendrán muchos más, pues casi una quincena de tramos asegurados jalonan la TDS, varios de ellos incluso cuentan con guías de montaña de Chamonix encordados, velando porque el descenso de todos sea seguro.
El control en Roselend parece un puesto avanzado de la infantería norteamericana en Vietnam. Han sido 400 bajas en este tramo. Pude por momentos ser una de ellas, pero logré superar la tentación. Aquí toca comer bien y arroparme.
Visto el sueño atrasado y la pesadez de piernas, mi objetivo inicial de 25 horas parece irreal, así que trato de amarrar la meta aun asumiendo que pueda perder un par de horas por el camino. De hecho, aqui el parón será de casi 50 minutos, entre comer tranquilo y muda completa de ropa con que afrontar seco y abrigado el relente nocturno.
Cae la noche. Tras completar 66k no pienso en otra cosa que los 53k restantes a meta. ¡Vamos! Me gusta correr de noche por las montañas. La falta de referencias hace de cada paso un algo más intenso, más fundido con cada roca que pisamos, con los olores del arroyo que bordeamos y el brillo encendido de las estrellas en los Alpes. Así pasamos a buen ritmo bajando hasta los 1.667m del control de La Gitte antes de afontar una nueva subida para buscar el Col Joly y el refugio de su mismo nombre otra vez remontado hasta los 1.989m. Subir y bajar por senderos estrechos de montaña o entre lajas rocosas es la base de la TDS.
Una carrera violenta en sus desniveles y en su terreno, si la comparamos con sus hermanas del Mont Blanc. Si te gusta la montaña técnica, estos Duques de Saboya tocan lo más rocanrol de Chamonix. Si esta no es tu música, corres hasta riesgo real en estos tramos. Y más de noche. Seguimos al trote mientras todo el valle de Joly retumba en la noche con el rock que desgrana el altavoz del refugio, que atrona a todo volumen.
¡Menuda fiesta! Suben los ánimos tanto como mi frontal se bebe las pilas. Pesa el sueño, poca luz...llevamos ya casi 85km y más de 19 horas de carrera. La una de la mañana ya. Trato de prestar atención al terreno. Si hubiera dormido más los dias previos...
Por desgracia, según bajo a Joly soy testigo de un grave accidente: Tramo técnico de lajas en descenso, tropezón tonto de un fracés (Cansancio, la noche, torpeza. ¿Qui lo sá?) que derriba asimismo a un japonés. Cabeza abierta del primero y feo golpe en la espalda con desvanecimiento del segundo son el resultado. De inmediato los socorristas apostados al pie de este tramo delicado entran en acción para arroparlos, estabilizarlos y prestarles los primeros auxilios.
Me ofrezco a ayudar, pero me explican que no les puedo ser útil ahora: No pueden moverlos a mano con esas heridas, siendo de noche tampoco podrá volar el helicóptero. Tan solo queda esperar un amanecer aun lejano, con los socorristas velando a los heridos. Me ordenan seguir la marcha para no enfriarme y convertirme en un problema más para ellos. Sigo adelante, ahora decidido a pararme a dormir en cuanto encuentre el lugar adecuado. Curiosamente, en todo este tramo intermedio, desde los 51km a pleno sol del Burgo hasta estos 85km de Joly he ganado casi 250 puestos.
Se ve que no deja de ser efectivo a esta altura del pelotón aplicar un ritmo lento pero machacón, sin parar de avanzar entre las rocas durante la noche. De hecho, en los últimos 80km a meta, desde Sant Bernardo, no haré otra cosa que ganar puestos en el pelotón hasta cruzar meta en el puesto 403 de entre los 1800 que salimos.
Y ojo, que en cuanto llego al pueblo de Les Contamines a las 3.28 de la mañana cumplo mi promesa: Como y me tiro en un banco como puedo, para echar una siesta de una hora.
Me despierto muy animado, aunque con el cuerpo destemplado por no arroparme. Buff, es la primera vez que necesito parar a dormir en plena carrera, pero estaba frito. Nunca más echarme a correr sin dormir adecuadamente los días previos. Fueron 5 horas una noche y tres a la siguiente lo que llevaba en el cuerpo. Mi triste excusa: Había mucho trabajo cubriendo en vivo todo lo que genera el UTMB. Un error. Por muy veterano que seas y aunque aguantes bien la falta de sueño, no se debe uno permitir jamás tonterías así. Quien sabe si no pude haber sido yo quien diera ese traspiés, en vez del francés.
Pero aquí estamos y ahora, la carrera ya es mía: Tras más de 21 horas dándole, vuelvo a la pelea tras 102km, resucitado por esa cabezada y un par de cafés en polvo bien calientes. Me lanzo con nuevas fuerzas a por las dos ultimas (¡Por fin!) grandes rampas de esta aventura:
El ultimo arreón suma otros 1.200m de desnivel positivo desde Les Contamines hasta el total de D+7.200m que en 119km oculta esta carrera. Lo que os decía, majos: PURO ROCANROL. Y el gran solo de guitarra, que está a punto de llegar.
Escalamos por fin el mítico Col Tricot, un muro vertical que remontamos penosamente hasta coronar sus 2.120m como caracoles. Desde los bucólicos chalets de la Miage, enlazamos curva tras curva del sendero sobre el que nos amanece. Curiosamente, aunque me eché una hora a dormir en el pueblo abajo, llego a lo alto de este collado sin perder posiciones. Han sido tres horas para ascender estos 7km/D+1200m. Vale que me tiré una de ellas tumbado en el banco, pero se ve que esa hora de descanso no fue tan mala decisión, visto el ritmo al que va ya el pelotón a estas alturas.
Pasamos por aquí ya con el alba bien asentada, justo a tiempo para admirar el soberbio glaciar que nos domina. El gigante blanco, el Rey de los Alpes está ahí mismo, a un paso. Ya había recorrido este tramo final en mis entrenamientos previos. Volver a verlo ahora en carrera, me inspira verdadera euforia. Amanece un nuevo día, estoy sano y entero, disfruto unas vistas increíbles...y la TDS ya es mía. ¡Vamos! Ultimos 17km a meta. Además casi todo es ya bajar y bajar. Ya era hora.
Tramo bellísimo este: Con el día recién abierto, galopo bajo el Mont Blanc gozando de enormes panoramas. Cruzo puentes colgantes y disfruto de las vistas desde famosos miradores alpinos como Bellevue.
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Entrañable puente colgante sobre el desagüe del glaciar.
Descenso ininterrumpido hasta el pueblo de Les Houches. Corremos, reímos.... Cada compañero que me cruzo lleva una enorme sonrisa grapada a la cara. Tras tanto penar subiendo gozamos ahora como niños del descenso final. Sabemos que el valle de Chamonix se abre ya ante nosotros y nada va a pararnos antes de meta. Paso el último control, tras 111km/D+7072m superados en 26h20. Dos traguitos de coca-cola y adelante, vamos a por la meta ya.
Son ya unas 30 ultras completadas para mí, pero el final de cada una es siempre diferente: A veces, el cuerpo pide andar el tramo último, saborear esos kilómetros al paso. Así me ocurrió en carreras como Leadville o la más reciente Lavaredo. Hoy sin embargo, al pasar Les Houches y embocar los 8km del remate en muy ligera subida hasta la meta de Chamonix, quiero correr, empujar hasta el final. Han sido nueve años corriendo el Mont Blanc, que el corazón me pide acabar al galope. Acelerado voy. Los saludos de amigos al entrar en Chamonix me animan aun más, es un ultimo kilómetro inolvidable....
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Saludos aquí, allá, la afición que anima....¡Esto es Chamonix! Aquí cada dorsal es acogido como un héroe, un triunfador. Siempre hay aplausos en tu camino hacia la meta, seas el líder del pelotón o su farolillo rojo. Ahora es mi turno, entro en la recta final. La música, el arco y allá me espera Ana.
Una alegría especial. Nueve años despues de aquella primera meta en esta misma plaza, volvemos a compartir estos momentos. Cruzo. Una foto más. Un beso. Completado.
La trilogía ultra del Mont Blanc ya está ahí: La niña bonita que fue aquella CCC del 2008 resuelta en 21 horas; la gran reina de dos noches, vividas en la UTMB 2013 durante 38 horas y al fin esta madrastra saboyana que es la TDS 2016 , que me ha exigido 27h24m completar la tríada.
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Cerrando el círculo: Courmayeur, salida de la CCC 2008. Contigo empezo todo. |
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TDS, FICHA PRÁCTICA: MATERIAL Y DETALLE TIEMPOS.
Por si alguien tiene interés en referencias, os dejo aquí algunas ideas sobre el material empleado y las sensaciones con el mismo hasta cruzar la meta de Chamonix. A cada uno le funciona una cosa, cierto. La verdad que en esta ocasión quedé contento con casi todas las apuestas que hice sabiendo que corrreríamos con meteo estable y bajo una ola de calor. Otros años fue nieve, lluvia y ventisca y la jugada fue mi diferente al pensar en material y estrategia, conste.
- Mallas Hoko: Durante las primeras horas al sol con malla corta, despues la noche con malla pirata. Era un algo sentimental más que otra cosa, pues esta pirata ya compartió conmigo las cien millas del UTMB 2013.
- Mochila Salomon Sense Ultra 3L: Compañera en varias ultras ya, de la Haría Extreme 2015 al reciente Lavaredo Ultra Trail en Dolomitas. Cómoda y accesible, por encima de todo. Aunque hubiera agradecido portear no uno, sino dos o tres litros de agua en el infiero de La Platte :)
- Zapatillas Dynafit Feline Ultra: Impecables. Gran protección en todo momento y buen agarre en los tramos técnicos, secos o mojados, donde tanto se necesitaba fiarse de cada apoyo.
- Bastones Black Diamond Carbon Z de 130cm. Vaya tute les he pegado. Una carrera muy de bastonear, excepto los dos largos descensos tendidos de Col Chavanne y San Bernardo.
Mi ficha técnica de carrera, tal como la deja retratada para todos la organización del UTMB la teneis aquí a continuación.
¿Y ahora, qué?
Pues ante todo, recuperar el cuerpo y saborear esta tercera ultra del Mont Blanc. Ya me deja claro el ranking ITRA que no ha sido un día grande en lo deportivo para mí, por debajo de mi nivel habitual según ellos. Pero a Dios gracias, en las carreras de montaña hay mil factores más que nos quedan en la memoria y esta TDS en lo personal es un recuerdo dulce.
¿Próxima cita? Cuentan que en Octubre al sur de Francia se celebra el Festival de Templiers. Un evento descomunal, con casi una decena de carreras por lo que fueran antaño las regiones de los cátaros. Y una prueba reina de 76km. No estaría mal poder ser parte de esa fiesta, verdad? Ya veremos, ya.