Caminito a los Alpes Marítimos, y tras haber
disfrutado unos 800 k. de autopistas y peajes, celebramos nuestra entrada en Francia por la A2 parando a conocer el valle fronterizo de Le Boulou. Ah! Y además, para estirar un poco las piernas nos fuimos a un par de los barrancos de la zona. Vicio éste, por Dios... ;-)
El acceso no puede ser más fácil, pues nada más entrar en Francia las salidas de la autopista a Le Boulou están muy señalizadas. Al desviarnos, se nos abrió un encantador valle de la Cataluña francesa.
Además, el valle ofrece multitud de rutas de bici, senderos PR, campings, balnearios e incluso antiguos casinos con el encanto de la belle epoque. Para nosotros , fue toda una agradable sorpresa tras horas y horas de quemar autopista el día anterior.
Al final, de casi una decena de barrancos que esconde el valle elegimos bajar dos de los más representativos:
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Las 4 Cascadas de María Valenta: Encantadora sucesión de cascadas entre el bosque. Delicioso.
Acceso: 20´. Descenso: 1h30 Retorno: 10´. Cuerda: 2x30m.
-El Salt del Pí: Bonita sucesión de marmitas graníticas, enlazadas con 4 rapeles. Resbaladizoooo.
Acceso: 20´. Descenso: 1h30 Retorno: 10´. Cuerda: 2x30m.
Otros clásicos de la zona son: Cascadas de Baoussous, Gorga de Les anelles, Gorgas de Mas Calsan, Gorgas de Can Guillet, etc..
Las cuatro cascadas de María Valenta: Para mí, un caramelo que no debe faltar en la visita a Le Boulou, y que se puede compartir con barranquistas no expertos. (Ojo! Evitar imprudencias. Ver croquis)
El acceso y retorno se hacen en apenas 20 minutos y por un antiguo sendero, hoy balizado como PR, entre un profundo bosque.
Una vez en faena, el verde del bosque adornaba cada salto del agua en el granito, con un lindo sol en lo alto.
En esas condiciones, gozamos de cada rapel del descenso, y tambien de los estrechos canalones, resaltes y toboganes intermedios. Un descenso bonito y de lo más variado en apenas hora y media.
Mis rincones favoritos, sin duda, el tramo de estrechos canalones (espeluznantes si se disparara el caudal) y la guinda del vistoso rapel final.
Asi que bajamos María Valenta en la gloria. Almorzamos a la salida y nos fuimos a por el siguiente barranco sin quitarnos siquiera el peto de neopreno.
El Salt del Pi: "El Patinódromo".
Lo mejor para mí, poder ver las formaciones de pozas de granito desde la aproximación.
Sin embargo, al bajar al barranco el musgo adherido a este lo convierte en muy resbaladizo, así que no se disfruta tanto como las marmitas y los elegantes rapeles por granito merecen.
Acabamos contentos y nos premiamos con un "café au lait" en la terraza del Casino de Amélie-les-bains. Despues de pasear un poco sus callejas y baños termales a cielo abierto marchamos a descansar esa noche a los altos de Ceret.
Por el camino, vimos los preparativos y carteles de una carrera de 14K que se corría a la mañana siguiente, vimos tambien los croquis de otros barrancos de la zona....la tentación de quedarse otro día era fuerte, pero logramos superarla!
Ya de mañana nos volvimos a la autopista para seguir camino a la Provenza, eso sí, ya bien empapados del "canyoning" a la francesa